La construcción de nuestra casa, además de ser una solución habitacional y un manifiesto filosófico, es una exploración y uso de las diversas tecnologías de arquitectura de tierra. Basada en tres técnicas específicas, y sus adaptaciones a este caso concreto. La tapia de tierra apisonada, el adobe (moldeado y compactado) y más recientemente el superadobe (bolsas de polietileno rellenas de tierra estabilizada o no) son utilizadas con éxito en esta construcción.
Poca mano de obra, escaso consumo energético, escaso transporte y acarreo de material, poca utilización de madera, climatización pasiva de los ambientes internos, racionalización del uso del agua son algunas de las características de La Guachafita.


martes, 19 de octubre de 2010

Acampando en La Guachafita

Aquí estoy, sentada en un comedor de campaña en medio del tierrero en lo que algún día se convertirá en taller de La Guachafita. El sol (aun debajo de la sombra de un toldo que compramos y con una mata de ciruela de huesitos a mi espalda) me castiga la nuca como con rabia. Miro los muros de tierra que tengo enfrente y pienso en todo lo que se ha hecho en este tiempo de bregar soñando y de soñar bregando.

Ya las paredes hace mucho tiempo se alzaron y ahora es el turno de los techos y los pisos. El techo de lo que será la cocina y en este momento es nuestro campamento, ya está listo. Bello a 4 metros de altura, es claro y fresco. El entrepiso del otro ambiente esta a punto de estar listo también, así que ya hay sombra dentro de la casa y la diferencia de temperatura con el exterior es enorme.

En este lapso de tiempo el futuro nos alcanzó y estamos ahora acampando en lo que será nuestra casa. Cuando digo acampando no es una figura hiperbólica, es carpa y cocina de campaña. Es ducha con manguera, es tierra y sol inclemente.

Suena duro y no se equivoquen, lo es. Pero me estoy divirtiendo de lo lindo. Armamos una cocina en el ranchito de zinc que al principio sirvió de guardadero de corotos y ahora es guardadero de corotos, baño (con una pocetica del que fue nuestro velero) y ducha (con una manguera). Delante de ese espacio, en unos mesones hechos de los encofrados en desuso, hicimos una cocina. El barco de nuevo nos regaló un lavaplatos y un señor de Atamo hizo unas esteras que nos protegen de las miradas indiscretas y del inclemente sol. Como diría mi mamá: lo cortés no quita lo valiente y a pesar de que el piso es de tierra y el grifo es una manguera, quedó bonita. Y yo gozo cocinando y hasta fregando (es un refugio ante el calor) en ese pequeño espacio. Desde allí miro un par de patos que descubrieron un charquito que se hace del desagüe del fregaplato y la ducha, y hasta nadan allí. Tengo de ayudantes una legión de lagartijas, quienes todas las mañanas “barren” el piso de la cocina de los restos de comida que caen y los insectos escondidos por allí. Las gallinas y sus pollitos (todos prestados, ninguno propio) limpian el resto del terreno de alacranes y culebras.

Nuestras habitaciones (de Zoé, Luis Guillermo y yo) son sendas carpas puestas sobre una tarima de madera en lo que será la cocina, el único sitio con techo completamente impermeable hasta el momento. En las carpas tenemos nuestros colchones, lamparitas para leer y ventiladores, por lo que se duerme sabroso y a salvo del polvero externo.

A partir de las 4 de la tarde, todo cambia. Apenas el sol se esconde detrás de un cerrito que tenemos hacia el oeste, la brisa se pone fresca, el sopor pasa y se puede estar afuera sin tener taquicardia. Cenamos temprano, pues casi no podemos almorzar y las veladas son deliciosas, como suelen serlo en los campamentos. Luis Guillermo se fuma un tabaco, nos tomamos un cocuy, echamos cuentos con el Tío Francisco que nos echa una mano (invaluable) en estos momentos y el tiempo se estira y se estira de un modo cómico, pues a las 7 y media de la noche ya sentimos que la jornada está completa y tenemos ganas de acostarnos.

Es bonito vivirlo en el sitio, como lo estamos haciendo. Cada pequeño paso es un gran avance hacia una casa bella, y lo más importante: nuestra.

Algunas notas sobre tecnología.

Toda la estructura de techo y entresuelo, cubierta, aleros, saliente de la escalera, todo, se ha hecho con tablas de Pino Caribe procedente de las siembras de CVG Proforca de allá, de Uverito (Monagas).

Lo que hicimos fue un pseudo laminado de tablas para fabricar las vigas, a las que se le dio una contra flecha del 1% para que trabajaran más efectivamente. Para armarlas de usó una mezcla de pintura de caucho, cola blanca (PVA), sal marina, sulfato de cobre, y Trifosbán al 1%, como pegamento y tratamiento de la madera. Se mantuvieron juntas las piezas con prensas y le caímos a clavos. Luego, con calma, apernaremos todo con los tornillos de carruaje que se deben usar.

El criterio para la preparación de la mezcla para pegar las maderas fue el siguiente: pintura de caucho para exteriores como fijador. Cola Blanca como refuerzo de pegamento. Sal marina como componente ignífugo. Sulfato de cobre que es el mejor fungicida que conozco (el hongo es el principal enemigo del pino y en este caso es muy importante porque la sal es higroscópica y mantiene las tablas un poco húmedas. Esto no es del todo malo porque una madera reseca resulta frágil. Pierde flexibilidad. Como hongos y humedad son amigos hay que prevenir los daños con la utilización del sulfato de cobre). Y el Trifosbán, que es un buen elemento preventivo contra xilófagos varios. Ha funcionado muy bien hasta ahora.

Sobre la cubierta de madera se vació una pequeña capa de concreto con fibra añadida y pego como elemento hidrófugo, y para minimizar los problemas que aparecen donde hay concreto y madera juntos como es la deslignificación de la madera por el medio alcalino (aparición de azúcares que degradan la madera), se imprimó toda la superficie con una solución de sulfato de cobre con sábila. Ya informaremos de los resultados. Pero en los experimentos previos que hicimos no aparecieron daños en la madera así tratada.

Existen varias maneras de tratar las maderas en una obra pero al final todo se reduce a hidrosolubles y óleosolubles. Escogimos trabajar con agua porque veneno o no veneno, resulta menos agresivo con el medio ambiente y con este servidor que no usa motor diesel. También está la razón de que la membrana de concreto vaciada sobre la madera no trabajaría junto con ella sino que irremisiblemente se despegaría al ser rechazada por el tratamiento. Pero no descartamos que para las ventanas y puertas sí utilicemos óleosolubles por la tenacidad que le opone al agua y al sol, que de ambos hay aquí como para regalar.

Ahora que ya está casi listo el vaciado de la capa de concreto del entresuelo, pasamos a solucionar el problema de la losa interna de la casa que tiene un hueco de unos dieciocho metros cúbicos en el centro. La razón de este hueco no es para enterrar un tesoro, ni para hacer el laboratorio (mazmorra) del abuelo de Herman Monster. Ese hueco responde a una necesidad de almacenamiento de aire frío para mejorar las condiciones de diferencial de temperatura entre el techo y el suelo.

Este hueco se comunica por tuberías con la parte de abajo del tanque de agua. El aire, al pasar por él se enfría. El aire caliente que está pegado al techo se sale por las aberturas de la cumbrera creando un vacío interno que viene a ser llenado con el aire frío que se almacenó en el dicho hueco debajo del centro de la casa… Por lo menos sobre el papel esto debería funcionar así. Y ojalá que así sea, porque el dichoso hueco ese ha dado más guerra que el carrizo, y si no funciona me va a dar mucha tristeza…

Del friso y todo lo demás iremos hablando en la medida en la que se genere.






















viernes, 21 de mayo de 2010

El Biodigestor I. Winnie The Pooh (We need the Poo).



La familia es el arquitecto de su propia casa […]
Manual del constructor popular.
Arq. Luís A. López R.



Ya había hablado antes del sistema de disposición de aguas negras para esta casa que estamos construyendo.

Habíamos decidido un poco de pasada fabricar un sencillo sistema de trampa de grasas, tanque séptico con clarifloculador, y un campo de absorción, porque es un sistema simple y de uso común que, digamos, se cae por su propio peso. Me refiero, claro, a las razones para usarlo.

Después, en el devenir de la obra, nos ha dado tiempo de sopesar los pro y los contra de este sistema incluyendo su eficiencia para convertir los desechos en material utilizable (o por lo menos biodegradablemente descartables) frecuencia de mantenimiento, y todas esas pequeñas razones donde también está, cómo no, la inercia de la costumbre.

De más está decir que el sistema clásico de disposición de aguas negras fue descartado por ser una solución escasa de imaginación.

En su lugar convertimos el tanque séptico en un biodigestor, o bioreactor anaeróbico porque ofrece, por más o menos el mismo costo, un sinfín de ventajas a corto, mediano, y largo plazo.

El tanque séptico para un sistema de tratamiento aeróbico requiere de un mamparo para desacelerar las partículas (clarifloculador), y un aporte de aire por burbujeo, entre otras cosas. A cambio suministra agua razonablemente limpia con el problema de trabajar con un ph bajo, de 3 o menos, lo cual resulta muy ácido para el tipo de tierra que tenemos aquí.

Esto hace necesario el tratamiento de los efluentes con lejía de cenizas o una lechada de cal para subir ese ph, logrando entonces, regar las matas con esas aguas tratadas de ese modo.

Estas son las razones por las cuales desistimos de fabricar el sistema de descomposición aeróbica cambiándolo por el proceso contrario, que según se verá más adelante, ofrece una serie de ventajas sumamente interesantes.

Cambiamos el diseño de la tanquilla séptica del sistema aeróbico, por una cámara de digestión anaeróbica hermética, conocida como biodigestor, que además es mucho más sencilla.

Vamos a comenzar las explicaciones de atrás hacia delante. Es decir, por los efluentes, para ir retrocediendo hasta llegar a la manera en la que se construyó el sistema completo.

En un sistema de reacción anaeróbica el ph llega a 7 u 8, lo cual hace el agua efluente perfecta para el riego de las matas.

Hay que recalcar aquí que esto es un factor muy importante porque para el sistema de enfriamiento de la casa es imprescindible que los árboles circundantes crezcan rápido siendo crucial el riego y alimentación de éstos.

Los efluentes de un bioreactor anaeróbico son ricos en fósforo, potasio, y nitrógeno, que son los principales nutrientes que necesitan las plantas para crecer y desarrollarse, y pueden usarse directamente como salen del sistema, o dejarse secar para ser almacenados y utilizados posteriormente.

Además, un biodigestor proporciona, como parte del proceso de digestión de las aguas servidas, una combinación de gases combustibles conocidos como biogás que pueden ser utilizados para la cocina, para iluminación, y para cualquier otro uso que se le quiera dar dentro de las limitaciones de producción del sistema.

El biogás es una combinación de metano (60 a 80%), dióxido de carbono (20 a 40%), nitrógeno molecular (2 a 3%), y anhídrido sulfuroso (0,5 a 2%), lo que lo hace buen combustible si se tienen ciertas precauciones.

Con el anhídrido sulfuroso hay que tener ciertos cuidados porque es venenoso. 300 ppm ya dejan sin sentido a un ser humano. 500 ppm ya lo manda a uno al cementerio. Por eso es que hay que tomar ciertas precauciones muy sencillas, pero necesarias, porque aun siendo muy bajo el porcentaje de producción de este gas, mínimo mancha las ollas de negro.

Existen varios modos de filtrar este gas. Se usan, en línea general, una estopa de alambre, un filtro, burbujeo en un medio base (cal), y otros más. Ya veremos cuál o cuáles vamos a usar nosotros. Aunque tal vez me decante por el de la cal porque el subproducto obtenido contiene azufre, que tiene muchas otras utilidades. Pero cruzaremos el puente al llegar a él.

En la descomposición anaeróbica existen tres fases: 1ª. Hidrólisis y fermentación. 2ª. Acetogénesis. 3ª Metanogénesis, por la cual se obtiene el metano. Pero para que esto funcione así el hermetismo del conjunto es esencial, claro que esto no es un inconveniente grave pues las presiones que se manejan son del orden de los 8 a 13 cm de columna de agua, y eso, la verdad, no es mucho.

Cualquier desecho biológico puede producir biogás. El estiércol humano, el de perro, el de vaca, el de cochino, el de gallina…, pero la totalidad de desperdicios de la cocina, conchas de verduras, legumbres, frutas (menos los cítricos porque le bajan el ph al sistema quitándole eficiencia y hasta inutilizándolo), restos de carne (sin exagerar con la grasa porque esta puede crear una capa en la superficie que ahoguen las bacterias que producen el gas). Hasta el papel sanitario, el aserrín, las virutas, hojas, en fin, todo desecho biodegradable.

Para utilizar aserrín y virutas, hojas, ramitas, y tal vez el papel, para hacerlos biodegradables hay que someterlos a un lavado con una lechada de cal a la que se le añade orine (no se rían, que no hace falta tanta tampoco, basta que antes de hacer este trabajo me tome unas tres cervecitas), o soda cáustica, o hidróxido de sodio (Diablo rojo), para decantar la lignina que entorpece también el proceso de descomposición anaeróbica.

La lignina así obtenida puede ser utilizada en otra enorme cantidad de cosas de las que hablaremos en otra ocasión.

Todo esto parece complicado, pero en realidad no lo es. Tal vez da algo de trabajo que haría necesario un poquito de disciplina, pero a cambio nos quitaremos de encima parte del problema de la basura, produciremos gas, y mantendremos el jardín muy bien alimentado sin más gasto que bajar la poceta del mismo modo que de todas maneras vamos de hacer ¿no? Y un jardín bien alimentado es lo que nos interesa porque lo necesitamos para mantener la casa fresca.

Podemos decir que para obtener el biogás necesario para mantener las hornillas encendidas durante unas cinco horas diarias necesitaremos el aporte de unos veinte kilos de desechos biológicos frescos diariamente, lo cual tampoco es difícil para una familia de cinco personas, dos perros, y un gato…, y que además, tiene una carpintería.

El tiempo de reacción de los desechos con las bacterias, a 30ºC es de unos diez días para comenzar a obtener metano en cantidad suficiente. En un principio, durante la primera fase del proceso la proporción de dióxido de carbono será muy alta haciendo que la mezcla sea poco eficiente desde el punto de vista de generación de temperatura.

Bueno, creo que hemos hablado mucho sobre la parte bioquímica del asunto, mejor comenzamos a hablar sobre el aparato en sí mismo.

Originalmente, cuando comenzamos los trabajos de construcción de la casa, metimos una retroexcavadora para que abriera las zanjas para los cimientos, el hueco para el tanque de 15.000 litros de agua, el hueco para la tanquilla séptica, y todo hueco posible para obtener la tierra con la que después levantamos la tapia (unos 52m3 al final), demás está decir que el operador de la maquina estaba más contento que chino en bicicleta y cada hueco o zanja que hizo las abrió lo más grandes que pudo, de manera tal que la humilde tanquilla séptica que yo quería hacer se convirtió en un inmenso hueco de dos metros de largo, por metro y medio de ancho, y metro y medio de profundidad (unos 3.300 litros de capacidad).

Sacando cuentas, tomando como referencia lo que costó en dinero y en lidia el tanque de agua, tuve pesadillas con la perspectiva de tener que hacer otro sacrificio igual para la fabricación de otro tanque más. Así que estuvimos dándole vueltas a las distintas técnicas de construcción de tanques hasta que encontramos la del ferro-cemento.

El ferro-cemento es una técnica sencilla y económica para fabricar tanques, embarcaciones, piscinas, e inclusive tabiquería. Bueno, mi Papá le tapó unos huecos que tenía en la latonería un viejísimo Nissan Patrol de nuestra propiedad, con ésta técnica. Es sumamente versátil y económica, ya ven.

En la segunda guerra mundial, los aliados hicieron muchos barcos de esta manera, porque además de ser económica, a los sonares de los submarinos alemanes les costaba detectarlos porque el rebote de la señal no sonaba metálico sino a piedra.

El inconveniente de esta técnica está en las reparaciones de las posibles roturas, pero no pensemos en eso, que no vale la pena.

El procedimiento es bastante sencillo. Es laborioso si lo hace una sola persona, como es mi caso, pero es muy fácil de hacer.

Una vez emparejado el hueco dentro del cual vamos a fabricar el tanque armamos una especie de jaula de malla trucson de 6”x6”, de cabilla de ¼” (tripa de pollo o similar) del mismo modo que se haría una armadura para ser vaciada en concreto, pero con una sola capa de cabillas en vez de dos. Luego se cubre esta armazón de cabillas con cuatro capas de malla de gallinero bien amarrada entre sí procurando que los huecos de la malla quede desfasado en cada capa de la malla para darle un soporte más intrincado para el mortero que se aplicará después.

El mortero que nosotros aplicamos fue un 1:2:4 con fibra para concreto en un porcentaje 75% mayor del que utilizaría para el concreto armado normal. Le añadimos un poquito de cal a la mezcla por cuestiones de la fluidez al aplicarla, cosa que le dejo al criterio de cada quién.

Entre la armadura de cabillas y malla de gallinero, y el talud del hueco metimos un plástico negro del que venden en la ferretería (polietileno) para mantener limpio todo el entramado metálico, y para tener un apoyo detrás al arrojar el mortero para hacer el friso.

Después fuimos aplicando mortero sobre el enmallado presionándolo para que pasara hasta el respaldo de plástico que tiene detrás, y alisándolo después con la cuchara de albañil.

Cada cierta altura de frisado dejaba caer tierra entre el plástico y el talud para garantizar el respaldo del mortero. Hay que tener cuidado con esto porque se deforma la especie de jaula esa, aunque no es ningún accidente grave. Sólo queda feo. El espesor de este friso es de 1”, lo cual deja ver que el ahorro de material es del 75% frente al concreto armado, nada más que en el mortero. Sin tomar en cuenta el acero.

Durante la aplicación del mortero se dejaron los tubos de entrada y de salida de la cámara de digestión a los cuales de les aplicó el friso con mucho cuidado para garantizar la estanqueidad.

Para el techo del biodigestor se armó un encabillado igual que el de las paredes pero en forma de bóveda de media caña por cuestión de resistencia de los materiales.

Con la cabilla de ¼” hicimos unas formas de costillas de barco y las colocamos amarradas con alambre sobre los salientes de la cabilla del tanque, formando la curva de la bóveda.

Bajo estas cabillas se amarraron dos láminas de metal expandido Riplex (sen-sen) sobre las cuales se amarraron las cuatro capas de malla de gallinero para formar toda la armazón del techo del tanque.

Se dejó colocada la base de la tapa de visita del biodigestor, que es una brida hecha con ángulo de 1 ½” x 1 ½” de 60 x 60 cm, con tornillos para colocar luego la tapa hermética sobre la cual irá después el gasómetro. Del gasómetro también hablaremos largamente en la próxima entrega.

La colocación del mortero sobre la tapa es concéntrica comenzando por los bordes Por precaución ya que la resistencia de la armazón no es mucha, y estamos trabajando sin encofrado sumándole al peso del material la carga viva que representa un hombre aplicando el mortero.

Para la junta entre la tapa y las paredes de la tanquilla usamos pego gris del de colocar cerámica en los baños, para asegurar la estanqueidad del sistema.

Una vez terminado todo el friso por dentro y por fuera, se pinta interiormente con alguna pintura impermeabilizante a dos manos incluyendo el techo y muy cuidadosamente los pases de tubería. Por fuera, la tapa, la pintaremos de negro para obtener la mayor temperatura posible por la absorción de los rayos solares.

Una vez listo se hacen las pruebas de estanqueidad usando el escape del carro, para lo cual se taponará la salida, y se le adaptará momentáneamente un reductor en la entrada para poner una manguera al escape del carro.

Se deja encendido el motor del carro hasta que éste se apague solo por asfixia. Eso será porque el sistema no tiene fugas. Si el carro no se apaga hay que revisar a ver por dónde está la fuga. En mi caso es muy fácil porque mi carro está quemando muy mal y el humo se ve perfectamente.

Este procedimiento hace también de barrido para el oxígeno existente acelerando el proceso de digestión del sistema.

En la próxima entrega, todo lo relacionado con las conexiones del sistema a la casa. Aguas servidas y biogás.


lunes, 15 de marzo de 2010

La Guachafita en el periódico


Hoy salió este super artículo en el Sol De Margarita....
¡Gracias!

miércoles, 3 de marzo de 2010

Uso del Cemento en La Guachafita.




Al comparar el gasto energético entre
El adobe y el tabique rojo,
Mientras este último consume 30.000 Btu,
El adobe utiliza únicamente 2.000 Btu
Durante su producción, a diferencia del
Tabique recocido y el de concreto,
El adobe no contamina la atmósfera
Ni los suelos […]

Construir con Adobe.
Fundamentos, reparación de daños
Y diseño contemporáneo.

Berenice Aguilar Prieto.


Claro que me he tenido que ir a la cama pidiendo perdón a madre natura todas las noches, antes de dormir, para poder conciliar el sueño. Me produce pesadillas el hecho de tener que hacer lo que no quiero hacer, y el verme obligado a ser razonable nada más que porque tampoco es que estoy loco, ni es que tengo una eternidad disponible para terminar la casa.

Con respecto a los pisos, por ejemplo, estuve barajando la posibilidad de usar tierra apisonada curada con los jugos de la sábila o del corazón del cactus. Este es un método sencillo y muy utilizado hasta no hace mucho en gran parte de este planeta, sobre todo en las así llamadas zonas tórridas.

El procedimiento digamos Standard sería igual que el del vaciado con el concreto en lo tocante a la nivelación previa, la compactación, y el encofrado de los bordes. Difiere en que no lleva armadura de ningún tipo, se aplica en capas delgadas (de 2 a 3cm) que se dejan secar varios días antes de aplicar las sucesivas superiores, pero el agua que se usa para preparar el barro a aplicar viene de unos toneles en los que se meten pedazos de cactus o sábila un par de días antes. Es bueno usar dos o tres barriles para este fin, porque así siempre se dispone del agua con una cierta concentración deseable de jugo del cactus o sábila.

El acabado final es susceptible de ser teñido son óxidos, o aclarado con algo de cal, y posteriormente se pueden curar con una solución saturada de jabón azul, o gasoil con esperma de vela, llegando a ser encerado como cualquier piso de cemento pulido. Claro que su resistencia no será nunca, ni lejanamente, la de un mortero de concreto, pero para usos domésticos será más que suficiente. No tengo pensado montar una tornería en la sala de mi casa.

En la ecuación de la construcción de nuestra casa entran, con mucha importancia, el factor tiempo y el factor músculo (mío), por lo cual debo sopesar una gran serie de variables exprimiéndolas hasta el mismísimo borde de lo absurdo, hablando desde el punto de vista de la ingeniería. Por eso me vi obligado a desechar la tierra curada con sábila o cactus. Porque el preparado de esto requiere del corte y transporte de un ingrediente más bien espinoso ¿no?

Afortunadamente tuvimos la visita en el sitio de la obra de un gran constructor lleno de recursos ingeniosos, más ingenioso también por ingeniero nuestro amigo Eurípides Vicioso, que me recordó un sistema recientemente caído en desuso conocido como “suelo-cemento”, o “tierra-cemento”, que no es otra cosa que un concreto (u hormigón) preparado mezclando el cemento directamente con el suelo del lugar.

No es ninguna loquera de ningún grupito de cabezas calientes ultrosos ni nada de eso. No. En Argentina existe una autopista hecha con este sistema, por ejemplo.

Hicimos varios ensayos y obtuvimos que la mejor manera de lograr un buen resultado pasaba por preparar la mezcla concienzudamente, es decir, retirar del árido en lo posible el material orgánico y las piedras más grandes de unas dos pulgadas de diámetro, mezclar (unas cuarenta y cinco paladas grandes del agregado árido) en seco con el cemento (medio saco del tipo III, que fue del que conseguí), algo de cal (en polvo, media palada, para colaborar con la plasticidad de la mezcla), unos ciento sesenta gramos de fibra sintética para concreto (porque me niego a usar la malla Trucson ahí dónde no sea estrictamente necesaria), hasta obtener un color uniforme. Solo entonces se le agregará el agua necesaria para que fluya como uno necesite (en nuestro caso unos 22 litros más o menos). El agua hay que agregarla en tres tandas sucesivas de dos quintos la primera y la segunda, dejando un quinto para agregarlo a mitad de uso, porque la tierra siempre tiene algo de arcilla que, digamos, se “traga” parte del agua de la mezcla y esta se pone difícil de manipular.

A los puristas del concreto, que saben muy bien que si la relación w/c=0,6 da un concreto de alrededor de 3.500 PSI a los 28 días, que traducido de la lengua de la reina a este nuestro idioma más cristiano y decimal, da unos 246,58 kg/cm2, les puedo decir que lo que obtuvimos fue un suelo cemento de alrededor de w/c=1 que es lo mismo que decir unas 1500 PSI, que vienen a ser unos 105,68 kg/cm2. O sea, que si al capitán pata de palo (al que le calculo unas 232,5 libras de peso) le da por venir a la fiesta de inauguración ataviado a la “Drag Queen” con su pata de palo tipo “Stiletto”, y le da por bailar la “Yenka” o la “Blutchtika” sobre una sola pata (la de palo para la ocasión), tal vez nos agriete el piso.

Los principales cuidados que hay que tener con el suelo-cemento son, con la homogeneidad del material (que no tenga grumos secos o a medio humedecer), y que al vaciar se haga en capas de un grosor no mayor a tres centímetros. Para esto hay que garantizar que el suelo sobre el cual se vacía este material, esté perfectamente a nivel y bien compactado. Nosotros, además, colocamos un plástico debajo para minimizar el problema de la humedad, la que se pierde durante el fraguado por percolación, y la que sube luego al interior de la casa por capilaridad.

Vaciamos entonces paños de tres metros por un metro cincuenta, por tres centímetros y medio de espesor, cada vez. 1/6 de metro cúbico. 0,1666m3.

En el primer paño aparecieron algunas grietas de contracción durante el fraguado, todas perpendiculares al lado largo, lógica y naturalmente. Dedujimos que el sol tenía que ver también con esto por la pérdida violenta de humedad durante el proceso, por lo cual el segundo paño lo cubrimos con los sacos vacíos muy bien mojados. No se agrietó el material pero quedó veteado con la marca de los sacos.

Para el tercer paño observamos muy bien la homogeneidad de la mezcla y lo constante del espesor vaciado y no apareció ni una sola grieta. De modo que el mejor procedimiento es el de poner mucho cuidado en el mezclado y en el espesor constante del material vaciado. Con el tiempo ha venido apareciendo una grietita minúscula pero perceptible, en la junta entre vaciado y vaciado.

Vaciamos tres capas de paños superpuestos para obtener unos diez centímetros de espesor total. Al último de arriba le añadimos, espolvoreado, algo de cemento blanco en la superficie para aclarar el color y darle una apariencia como de café capuchino al acabado final. Total, ya puestos, cemento es cemento…

Para la viga que corona la tapia sopesamos tres opciones: la grada clásica de madera maciza aserrada, la grada de madera laminada compuesta, y la viga de corona de concreto armado.

La viga que corona la tapia (antigua grada) es una pieza estructural muy importante (importancia capital, en este caso) porque cumple dos funciones vitales para la estabilidad del conjunto. Por una parte mantiene las paredes juntas y verticales, lo cual obviamente es absolutamente necesario para que carguen convenientemente según diseño. Por otra parte distribuyen el peso de las estructuras superiores de los envigados de entresuelo y cubiertas de techo, que al estar colocadas sobre un material de baja resistencia a la tensión como lo es la tierra apisonada, necesitan de mayor área de apoyo para evitar grietas y fallas estructurales. También contrarresta el vector horizontal resultante de la descomposición de las fuerzas que ejerce la estructura de techo a dos aguas.

La grada clásica de madera maciza aserrada se descarta sola porque en nuestro caso la mano de obra es muy limitada además de que la cantidad de madera resultaría costosísima. Hay que tomar en cuenta que 3,5 metros cúbicos de roble o de cualquier otra madera dura, cuestan más que el resto de la obra. Además, las piezas más largas pesarían alrededor de 600 kilos. Para instalar esto necesitaría una grúa telescópica de la cual no dispongo ni quiero disponer.

Tal vez, logrando un permiso del ministerio del ambiente, podría retirar algunos árboles caídos por ahí y utilizar la madera así obtenida (es posible, aquí hay gente que usa los robles caídos para hacer carbón, así, de modo lícito y todo)… Permisos en este país…, cosa engorrosa… Luego un camión, una motosierra, una grúa, tres tipos, matraca… No señor. Descartado.

Está también la grada de madera compuesta, que no es otra cosa que lo mismo que hice con los dinteles. Dieciséis tablas de espesor, por doce tablas de largo. Unas doscientas tablas con pernos y pegamento que fácilmente me servirían para otro fin menos laborioso y con un abanico de opciones de construcción menor, también. Descartado.

Al final sacamos cuentas en el siguiente círculo concéntrico de la lógica centrípeta y llegamos al controversial concreto armado. Problemas a resolver, el encofrado, y el acero.

Tenemos aproximadamente cuarenta metros lineales de viga a vaciar. De cuarenta centímetros de ancho y veinte de espesor. Unos tres y medio metros cúbicos de material, así, a ojo de buen cubero… Eso son veinticuatro tablas de treinta centímetros de ancho nada más que para encofrar. Ocho tipos, setecientos litros de agua, y una mezcladora, amén de un sancocho y diez cajas de cerveza. Es mucho. Descartado.

Partamos de la premisa de que esta casa la estamos haciendo entre dos personas normales (bueno, lo de normales es mi punto de vista nada más). No dos titanes. Nosotros podemos vaciar, como máximo, medio metro cúbico por día, un día sí y el otro no. Porque hay que desencofrar y volver a encofrar, y porque si es más, nos morimos pa’l coño, maracuchamente hablando.

Así que dividimos el vaciado en trece partes: cuatro esquinas 90º de 1/6 m3 cada una, dos esquinas dobles “T” también de 1/6 m3, dos rectas cortas de 1/12 de m3 cada una, dos rectas largas de ½ m3 cada una, y tres rectas medianas de 1/3 m3 cada una.

La armadura de acero está hecha con cercha electro soldada C15 a la que se le añadieron unas ligazones de cabilla de ½” donde fuera necesario, y todos los anclajes para las vigas y estructuras superiores, hechos con el mismo material. Usé cabilla estriada de ½” porque me sobró de la construcción del tanque de agua, no porque hiciera falta tanto diámetro. Con 3/8” es más que suficiente.

Recortamos y ajustamos los tapiales (los moldes de madera dentro de los cuales se compactó la tierra con la que se hizo la tapia y que me dio mucha lástima cortarlos después de haber sido tan fieles, pero así es la vida) para el nuevo uso como encofrado para el concreto. Conseguí brocas nuevas para mi berbiquí (cosa en extremo agradablemente sorprendente) y fabricamos dos encofrados modulares, rodantes, y convertibles, para los tres usos necesarios.

Armamos el acero sobre la tapia poniendo mucha atención en la traba de los esquineros (que son lo más importante estructuralmente hablando) y encoframos y vaciamos una esquina por vez teniendo mucho cuidado que el “pegue” entre los vaciados no coincidiera con la traba de las tapias aunque, bueno, alguno inevitablemente quedó donde no era porque así también es la vida.

En estos “pegues” o juntas entre vaciados viejos y nuevos dejamos un diente con forma de cola de milano, como el que se usa en carpintería, que luego cubrimos con epoxi para concreto justo antes de vaciar el siguiente material para ayudar con la homogeneidad de la estructura.

La idea es vaciar cada pieza del envigado de corona con un día de por medio hasta que terminemos. Para lo cual hay que dejar insertos en el concreto (de aprox. 150 a 180 kg/cm2 a los 28 días) todos los pernos de anclaje, que dejé cada 58,75cm para la colocación del envigado del entresuelo.

Creo que debo, aquí, aclarar un punto que tal vez estará quedando como cabo suelto con respecto al tema del concreto armado, filosóficamente hablando.

De ninguna manera creo que se deba proscribir el uso de este material, sino racionalizar su uso porque resulta peligroso, en más de un modo, para el medio ambiente no solo en el proceso de su fabricación, sino en su uso cotidiano por la masificación que ha sustituido cualquier alternativa más amable con el colectivo.

Por ejemplo, en la tabla de Resistencia térmica de los materiales de construcción, que aparece en la página 7.38 del libro Guía de Construcción ilustrada, de Ching-Adams, aparecen unos datos perfectos para la visualización de lo que quiero decir al respecto.

Según esto, el concreto armado tiene 1/k (factor de transferencia de calor) de 0,08 (R por pulgada de espesor, donde R=Fº/Btu/hr x pie cuadrado), la madera laminada 1,25, y el cartón de fibra de madera (MDF) 2,00, por mencionar tres materiales nada más.

Está claro entonces que construir eminentemente con concreto nos obliga después a refrigerar las viviendas para hacerlas habitables. Es decir, gasto inicial mucho mayor por lo que cuesta el concreto y extendido en el tiempo por lo que cuesta la energía eléctrica, los aparatos acondicionadores de aire, su mantenimiento, sin hablar del costo ambiental de todo lo anterior.

Creo que ahora, con todo este lío que hay con los racionamientos eléctricos se verá más claro a qué me refiero con el asunto este de escoger los materiales idóneos, la termodinámica, la arquitectura, y la tecnología en general para la construcción de las viviendas.

Yo vivo pagando alquiler en una casa tipo “rinacimento” (rinace tutto ma con cemento) que tiene todos los defectos juntos, pero cuando tiene el acondicionador de aire encendido y funcionando bien es sencillamente maravillosa…, hasta que llega el recibo de la luz…, ahí se pone seria la cosa…

Pero es cuando se va la luz que realmente empiezan los defectos a saltar a la vista.

Está construida en la falda de una montaña en un sector que antes fue una cantera y por eso nos circunda la piedra que actúa como condensador de calor. Lo acumula de día y nos lo regresa durante toda la noche.

Tiene la pared más larga mirando hacia el oeste recibiendo así todo el sol de la tarde y no tiene más que treinta centímetros de alero, causando que cuando llueve se muere uno también de calor porque el agua entra en oleadas junto con las ráfagas de viento. Y aunque se cierren las ventanas, estas están tan mal hechas que el agua se cuela por los bordes y el piso, que tiene la pendiente hacia a dentro, se inunda. Así que durante la tarde la casa es inhabitable, con sol, o con lluvia.

El techo es de cuatro aguas sin ventila en la cumbrera. A mediodía hay una bolsa de aire realmente caliente que llega a la altura de mi cabeza forzándome a andar inclinado. Cuando se cocina algo que suelte humo se aprecia perfectamente este fenómeno. Con todas las ventanas abiertas y habiendo buen viento afuera el aire permanece inmóvil adentro, y la bolsa de humo en el centro baja hasta la altura de mi cabeza.

No tiene salidas de aire a sotavento desaprovechando totalmente la circulación que se origina en las faldas de las montañas.

Si se va la luz hay que salir de la casa y sentarse afuera hasta que regrese porque la casa se convierte en un horno en menos de cinco minutos, aunque la luz se vaya de noche, a las tres de la madrugada.

Trabajo en una casa de tapia que tiene unos trescientos años. Una casa deliciosa con unos techos a más de cuatro metros de altura. Una casa por la que la brisa pasa por todos lados refrescando casi todos los ambientes, menos los que convirtieron en oficina (estos chamos irreflexivos, pero entiendo por qué lo hicieron) al los que les fueron cegadas las ventanas…, caray, cuando se va la luz…, no agregaré comentario…

Bueno, basta ya, que este blog no es aleccionador. Esa es una actividad muy fastidiosa. Yo lo que quiero es que si alguien se antoja de averiguar sobre este tema, tenga información práctica disponible.